miércoles

Sin editar

Hoy lloré sentada en la falda de mi mamá. Y ella lloró desgarrándose el corazón. Las mujeres de mi familia estamos en crisis. Destrabar los nudos fundantes que nos trajeron hasta aquí no será fácil. Le digo a mi madre que todo va a estar bien, que las ausencias irán poco a poco transformándose en fuentes de agua clara que le insuflarán vida. Que yo seré su sostén si lo necesita. Me pide perdón y la perdono. La abrazo más fuerte y le digo que ahora estamos acá, que yo estoy, que ella está. Que podremos hacer algo con eso y que allá adelante hay algo mejor. Ya no sé si hacer a un lado mi angustia para ayudarla porque ahora mi angustia y la suya son una. La uso para abrazarla desde ese hueco negro que siento. Estoy desgarrada y lo uso para llegar hasta su cara que se aprieta ahora sobre mi pecho. Todavía no puedo ver nada claro allá adelante. Todavía soy una madeja, como ella. Dejo que me atraviese el dolor y confío en él. Llegaremos a algún lado. Por ahora somos una sola cosa de tristeza cruda. Cosas nuevas vendrán para todas. Mañana.