lunes

cuerpo despabilado
hecho cuerpo
burbujeante espacio por donde entra el viento
y las voces penetran como canciones nuevas
cuerpo que se vuelve cocina ruidosa
cuerpo en la costa
en la isla
cuerpo mío que no termina en el empeine
y sigue invisible en una danza de serpentinas infinitas
cuerpo mi escuela que rueda en la cama y ríe
y anhela el mar
y cruza caminos


mi cuerpo árbol que se mece nocturno en la luz de una casa lejana
canal que ofrezco al mundo
para que los pájaros tracen su ruta
y me atraviesen de lejanías nuevas
mientras juntan su azabache en una bandada liviana
cuerpo cauce del amor 
que se afecta y se estremece
barranca nueva que no busca el misterio

 que lo anida 
es
y lo comparte
como naturaleza exultante

viernes

metáfora

Como el huracán de Deleuze que avanza alegremente
como el atardecer siempre distinto de mi balcón
como la música, quizá como la música
como el viento que nos vuelve viaje
como el mar que nos revuelca
y nos deja de cara al mundo
de un momento a otro
derivando

sábado

aprendiéndome

 “Se tiene el corazón que se trae por defecto, 
así como Aquiles por su talón es Aquiles”



Se me junta el mundo. Todas las que soy o pretendo ser, se me junta el agua en el corazón, en el cuerpo. Corren por mí filas de pequeños seres que me piden salir, que no quieren esperar. Y ahí está, mar de antaño, agua salada que por años se detuvo.  Lo dejo salir. Lloro. La angustia se transforma en nuevas flores y me vuelvo nueva.  Miedos y dolores viejos tomaron mi extremidades y me instaron a dejar de disimular. 
No soy la misma luego del llanto.
Sí, tengo miedo. El miedo más fiero. El miedo de todos. Ese miedo atávico, crudo. El mismo miedo que siente un niño pequeño cuando se lo olvidan en la escuela.
Soy una mujer.  Soy vulnerable, le temo a muchas cosas. A veces necesito compañía. A veces llamo a mi mamá a la madrugada. A veces quiero a mi papá cerca. Sí. Creo que estoy a tiempo de decirlo.
El llanto es silencio ahora, es juntar las manos y reverdecer. Es la decisión de no dejar nunca más pasar la noria sutil de la tristeza como si nada sucediera. Es no acopiar duelos ni guardarse los besos para después.

Timing is the answer.


jueves

al fin y al cabo

Él resultó ser un libro de autoayuda. Barato, de tapas blandas. Un recuerdo vago de los amores púberes, un catálogo de productos de limpieza. A él se le vuelven baba la palabra y las formas, se hunde en su propio miedo, él es su propio atentado, su músculo atrofiado.
Ni sospecha, ni imaginación, ni cuentos. Se deshace como cubitos en el vaso. Con esa rapidez, con ese anonimato. Se esconde detrás de sus recetas para vivir mejor y morirse menos. Su control lo vuelve un perro, una garita de colectivo, una casa abandonada.
Su mejor reflejo es el de sí mismo, hablándose. Su cuerpo es de otro, inmanejable y vigilado.
Por suerte las expectativas se van corriendo, se quitan de encima de él. Ya nadie espera que se apasione. Ya no espero que se vuelva otro. Medito un largo rato y parto, como siempre, como tantas veces, hacia el mundo de los seres arrebatados. Hacia donde los hombres danzan y se acuestan con sus propias pasiones y las comparten con mujeres como yo.